A "CUQUI"
por Jaime Barba
Te van estos versos míos
sin importar la distancia
como una rosa de Francia
burlando mares y ríos.
Nunca juzgarás tardíos
mis deseos por cantarte,
pues por noble, por sembrarte
en el alma de Daniel,
tú eres para mí cual él:
todo un cielo al recordarte.
Eres tan dulce y tan buena
que te nace la ternura
como el agua fresca y pura
de un manantial que enajena.
Si un caracol en mi arena
finge un sueño que enamora:
tú eres igual que la aurora
cuando alumbra los caminos
para despertar los trinos
del ruiseñor en la flora.
Cuando el corazón glorioso
nos despierta el sentimiento
es porque si te canto siento
un arroyo rumoroso.
Me va corriendo dichoso
para ofrecerte mejor,
esta rosa de esplendor
que es mi mundo de colores
donde revientan mis flores
en veinte ramas de amor.
Pido a mi Dios cada día
que goces dicha completa
para que pueda el poeta
acercar la lejanía.
Abrazarte en la porfía
por vencer los horizontes;
de llegar donde los montes
llenan de aromas mis lares,
donde crecen mis palmares,
donde cantan mis sinsontes.
Miami, 16 de julio 1997