LA RESACA
por Jaime Barba
A un lado la ciudad - torpe y vacía -
ausente de mensaje y sentimiento;
con su rostro de piedra y su alegría;
como un río que corre y va sediento.
Y del otro el caudal: la mar bravía
ululando en su abismo de tormento;
de hinchado vientre en su preñez sombría
por latigazos que le diera el viento.
Y un secreto rumor de lejanía
con clamor de resaca en desaliento
rompe en pedazos la embriaguez del día:
y, al llegar hasta mí, con su alimento,
vuelve los ojos a la patria mía
mi solitario corazón hambriento.