SONETO DE LA HORA MENTIROSA
por Jaime Barba
De sangre y corazón vivo desnudo
por debajo del tiempo y de la espera.
Exprime su dolor paciente y mudo
el árbol que no tuvo primavera.
A veces la ilusión se vuelve un nudo
o se empina gloriosa la palmera.
El viento se pregunta cómo pudo
cruzar la calle y por la misma acera.
Se funde el pensamiento en sus metales.
Se derrumban enfermas catedrales
delante de los nervios azorados …
Las cumbres se encadenan caprichosas,
y diez yeguas, de vientres enlutados,
van pariendo diamantes como rosas.