XII
por Jaime Barba
A la orilla del mar:
besos desgarrados,
túneles hambrientos,
palabras que esconden su significado,
negras agonías agazapadas,
preguntan sin respuestas,
peces ardiendo de lujuria,
sismos,
estaciones en donde nunca los trenes
detienen su marcha;
laberintos de sombras,
desordenadas voces que se han muerto,
sueños de pasadas glorias,
corazones partidos en dos
por el hacha de los descontentos;
minúsculas casas vacías
en donde las palabras se hacen trizas
y los cuerpos desnudos repican como campanas,
y el barco de los miedos pasa con su carga
de muertos.
A la orilla del mar:
Ciegos reclamos de palabras azules,
solitarias gaviotas que graznan
soñolientas;
cubil de ilusiones dolorosas;
cuerpos desnudos,
sexos sedientos,
horribles pesadillas de olas que agonizan,
rostros sin sonrisas,
tristes y desbordadas caricias del
corazón;
y, de pronto,
la tristeza sin nombre:
¡Los perturbadores orígenes del tiempo;
y yo...,
recogiendo caracoles en tus senos...!
¡A la orilla del mar!